Por Benjamín Herrera, Abogado de Comercio Internacional en Araya & Cía
El 20 de enero de 2023, la norma final de la sección 204 de la Ley de Inocuidad Alimentaria de los Estados Unidos (Food Safety Modernization Act o FSMA) entró en vigor, marcando un hito crucial en la regulación de la seguridad alimentaria. Esta normativa establece requisitos adicionales para el mantenimiento de registros de trazabilidad. Estos requisitos son aplicables a las personas y empresas que manufacturan, procesan, empaquetan o mantienen alimentos designados por la Food and Drug Administration (FDA). Estos alimentos están incluidos en la lista de trazabilidad de alimentos (Food Traceability List o FTL). El objetivo es claro: fortalecer los estándares de seguridad alimentaria. Además, busca mejorar la capacidad de respuesta de la FDA ante brotes de enfermedades transmitidas por alimentos. Esto permite rastrear un producto a lo largo de toda la cadena de suministro y determinar rápidamente el origen en caso de una emergencia sanitaria.
La norma exige que las empresas involucradas mantengan y proporcionen ciertos datos clave (Key Data Elements o KDE) sobre eventos críticos en la cadena de abastecimiento (Critical Tracking Events o CTE). La información requerida varía según las actividades realizadas. Abarca desde la producción hasta la recepción del alimento en el mercado. Un aspecto esencial es la obligatoriedad de asignar, registrar y compartir códigos de trazabilidad de lotes para los alimentos incluidos en la lista. Estos códigos se vinculan a información que permite identificar los alimentos a medida que circulan dentro de la cadena de suministro.
Además, las empresas deben mantener un plan de trazabilidad. Este plan debe incluir una descripción del procedimiento de mantenimiento de registros, la identificación de los alimentos en la FTL, y la asignación de los códigos de trazabilidad de lote. En el caso de la industria alimentaria la norma requiere la locación y el lugar de cada espacio en donde se cría el pez. Esto incluye lugares como el estanque, piscina, tanque o jaula. Además, deben incluir las coordenadas geográficas y cualquier otra información necesaria para identificar la ubicación de cada contenedor o espacio.
La FTL abarca una amplia gama de alimentos, como quesos, huevos, mantequillas de frutos secos, pepinos frescos, hierbas, verduras de hoja verde, melones, tomates, brotes, frutas tropicales, pescados frescos y congelados, crustáceos, moluscos, y ensaladas listas para consumo. Estos alimentos requieren un mayor escrutinio en términos de trazabilidad debido a su producción y origen. La FDA ha establecido como fecha límite para el cumplimiento de los requisitos de la norma final el 20 de enero de 2026. Esto implica que todos los actores de la cadena productiva, incluyendo exportadores, importadores, distribuidores y productores, deben compartir la información pertinente.
Para la industria alimentaria chilena, cumplir con estos requisitos es fundamental. La adaptación a la FSMA no solo es esencial para mantener este mercado, sino también para asegurar la transparencia y la confianza en la cadena de suministro. Las empresas deben invertir en capacitación, auditorías internas y externas, y en tecnología avanzada para gestionar la trazabilidad de manera eficiente.
El desarrollo y mantenimiento de un Plan de Trazabilidad sólido es crucial para garantizar el cumplimiento de los requisitos de la Norma Final. Esto no solo facilita la respuesta de la FDA ante emergencias sanitarias, sino que también promueve la transparencia y la confianza del consumidor en el mercado de destino del producto. La industria alimentaria chilena enfrenta un desafío significativo. Sin embargo, con la adaptación adecuada, puede asegurar su competitividad y continuar prosperando en el mercado estadounidense.
En un contexto global donde la seguridad alimentaria es cada vez más relevante, cumplir con estas normativas no solo es una necesidad regulatoria, sino una oportunidad para posicionar los productos chilenos como sinónimo de calidad y seguridad. La implementación de estas prácticas puede parecer un reto complejo. Sin embargo, es esencial para acceder a mercados exigentes y para proteger la salud de los consumidores. Las empresas que adopten estos estándares de manera proactiva no solo cumplirán con la ley, sino que también ganarán una ventaja competitiva significativa. Las compañías chilenas enfrentan el desafío de liderar con el ejemplo en el cumplimiento de los más altos estándares de seguridad alimentaria. Aunque el futuro aún presenta incógnitas, el camino hacia una mayor trazabilidad y transparencia ya está marcado; es fundamental seguir avanzando en esta dirección.